Apuntes de Santolea
Con el deseo de mantener vivo el recuerdo de Santolea, hemos tratado de conseguir la mayor cantidad de datos posible, puesto que nuestra ilusión es que nunca se olvide, que en el fondo del pantano de su mismo nombre y las tierras y montes colindantes, un día vivieron unas familias con muchas ilusiones y que por circunstancias de la vida tuvieron que emigrar.
Santolea aunque actualmente solo es un montón de escombros, sus hijos, desde todos los puntos donde se encuentran, no lo olvidan y cuando pueden visitarlo, tienen dos puntos de referencia a los que no dejan de acudir: Santa Engracia y el Cementerio. En la primera, recuerdan con cariño la fiesta de su patrona y la devoción que siempre han sentido por ella. En el segundo, no olvidan los antepasados que quedaron para siempre entre sus tapias.
Posiblemente el forastero, el que no es hijo de Santolea, no entiende estas visitas y en ocasiones se ha oído este comentario: ¡ No se como van a Santolea, si sólo hay ruinas!. La explicación la tenemos muy clara, se muere una madre y sus hijos van a visitarla al cementerio siempre que pueden, saben que no la verán, pero por eso no dejan de visitar su tumba. Santolea, es la madre de todos sus hijos dispersos por el mundo y como buenos hijos, no olvidan su pueblo.
Sabemos que fue demolido casa por casa y que la iglesia que ofrecía mayor resistencia, fue volada con dinamita, pero a pesar de todo, sus hijos lo siguen visitando siempre que tienen oportunidad y los que no pueden, lo llevan en el corazon.
Un recorrido por el pueblo, representa un recuerdo vivo y cada paso que se da, un monton de recuerdos se agolpan en nuestra memoria y reconocemos todos los rincones desde la escuela donde aprendimos las primeras letras, la iglesia a las que se acudía a las clases de religión y donde asistíamos a misa los días festivos o al rosario por las tardes, que nos servía para a la entrada o la salida, juntarnos con otros chicos, o las calles donde jugábamos con los amigos. Cada paso, cada rincón, representa un recuerdo inolvidable y debajo de aquellos escombros, hay enterradas muchas ilusiones de las generaciones que nos precedieron. Nuestro deseo es dejar patente el interés por lo nuestro, aunque actualmente, sea un montón de ruinas.
Su posible origen
El origen de Santolea, seguramente habría que buscarlo en la cuenca del río Guadalope, que en un principio formaría una cubeta cerrada por el estrecho de Castellote, que durante millones de años iría acumulando sedimentos muy variados. Así en su término podemos ver distintos yacimientos de fósiles marinos: en Mercader, La Sardera, Las Hiladas, El Barranco Gómez y el más importante en El Colladillo, donde el yacimiento tiene un grosor, que se empleó la piedra para construir paredes.
El río iría trazado su cauce haciendo descender el nivel de esta cubeta, que luego quedaría dividida en dos, separadas por el estrecho del Puente. Durante miles de años fueron recibiendo y acumulando aportes varios de sus respectivos barrancos y el propio río, lo que daría origen a la formación de suelos profundos, que sería la base de las futuras tierras, primero de pastos y luego de cultivo de alta calidad.
En estas dos cubetas, sus tierras tendrían unas características distintas, dependiendo de los materiales recibidos por los barrancos que los circundaban; así la cubeta formada desde el estrecho del puente y el estrecho de Castellote, recibían por el lado derecho los sedimentos del río Bordón y los distintos barrancos de Las Planas, con unos suelos más fuertes, puesto que las tierras que erosionaban eran de más cuerpo, mientras que las tierras aportadas por los barrancos de Los Valejos y Las Torres en su parte izquierda, eran tierras sueltas con mucha piedra, procedentes de montes de piedra caliza. La segunda cubeta formada desde el estrecho del puente hasta la entrada del río, predominaba los sedimentos aportados por el propio río, que eran los de mayor importancia, complementados por los barrancos de La Roza, Cirgulleras y Gómez por la derecha y barranco de Dos Torres y La Tejería por la izquierda, formaron un suelo en el que se podía dar toda la clase de cultivos.
Finalmente el río Guadalope fue labrando su cauce, rompiendo por el estrecho del puente y de Castellote, pero a ambos lados del mismo quedaron los sedimentos, que primero formaría una zona pantanosa, en la que seguro abundó la pesca y aves acuáticas, que ejercería una fuerte atracción para los primeros pobladores que nos visitaron y que dejaron su arte rupestre en las cuevas circundantes.
Toda esta acumulación de sedimentos unido a la abundancia de agua, facilitó los primeros pasos para la colonización de estas tierras, que en un principio se utilizarían como pastos y luego pequeñas explotaciones agrícolas diseminadas, pero que finalmente se dieron las condiciones para un asentamiento mayor, que formó el pueblo.
Prehistoria
En la prehistoria vemos que ya hay presencia de los primeros pobladores, que sin duda llegarían siguiendo el cauce de los ríos, únicas vías de penetración y nos dejan sus representaciones de Arte Rupestre.
La primera pintura que se conocía, es el Torico del Pudial, descubierto por Teógenes Ortego en 1945.
Durante muchos años no se supo que existieran otras pinturas, hasta que en 1960 el profesor Eduardo Ripoll, descubre el día 15 de Septiembre el abrigo del Arquero y Friso Abierto del Pudial, nombres que el mismo puso a estos hallazgos.
El 17 del mismo mes, el mismo profesor descubre en el Barranco Gómez y frente al subidor de La Calzada, el friso que llamó de La Vacada, con un total de 72 representaciones y el día 20, descubre el yacimiento arqueológico del Covacho Ahumado del Pudial.
Pasarán unos años y otros investigadores intentarán nuevos descubrimientos y en la campaña 1986-87, descubren en Ladruñán el abrigo del Angel, en la misma cuenca del Guadalope, próximo al Puente Natural.
En el mes de Agosto de 1988, otro hallazgo, esta vez en el Barranco Hondo, conocido generalmente como Barranco de Mercader. En esta representación se ha empleado otra técnica, en este caso se emplea el grabado en su realización.
De poblados Ibéricos no se conoce ninguno en la proximidades de Santolea, pero pudo haberlos y al ir poniendo las tierras en cultivo, pudieron desaparecer.
SANTOLEA, era un pequeño pueblo del Maestrazgo en la provincia de Teruel, situado en la orilla izquierda del río Guadalope, y quedó convertido en despoblado como consecuencia de
la construcción del pantano de su mismo nombre, y que inundó sus mejores tierras de cultivo, por lo que sus vecinos se vieron obligados a ir abandonando el pueblo hacia distintos destinos, primero
fue un grupo numeroso y más tarde se convirtió en una constante perdida de población, hasta su total desaparición.
Aunque se desconoce la antigüedad del mismo, se supone que sea parecida a la de los pueblos de su entorno. La primera mención que hallamos sobre él es el año 1250, cuando Sancho Martínez de Oblitas, personaje importante en Castellote, tuvo un pleito con la Orden, reclamando entre otras cosas una dehesa en Santolea, Otra referencia la encontramos en 1261 cuando el Comendador de Castellote arrienda a cinco familias tierras en la heredad organizada de Santolea, como veremos más adelante y en 1269 atreuda tierras yermas en el soto de Santolea. Todo esto sería el germen del futuro pueblo.
Dependió desde un principio de Castellote y durante algún tiempo perteneció a las Masadas de Las Cuevas, aunque desconocemos el tiempo que estuvo en esa situación. Castellote juntamente con Las Cuevas, fueron las dos primeras poblaciones en las que estuvieron incluidos los demás pueblos con la denominación de Las Masadas.
Castellote se constituye en Bailia, en mitad del siglo XIII, que incluye Jaganta que ya pertenecía y que se pobló en 1179; Abenfigo 1194 y Bordón y Abella, 1197,este último desaparecido y que consta en algunos documentos, como Puerto de Abella En otros documentos de primera hora, añade a los tres anteriores, Las Cuevas de Cañart, que con Castellote tienen su Concejo. Seno, Bordón y Jaganta, son como caseríos aldeanos.
Simple villar o núcleo de casas de campo: Abenfigo, Santolea, Dos Torres y luego Luco, grupo de masadas. Todos dependientes de la Ordendel Temple de Castellote.
En 1196, Alfonso II hace entrega de las posesiones de la Orden del Santo Redentor, a la Orden del Temple, la cual otorga la Carta Puebla en 1244, a Las Cuevas y Castellote.
Nuevamente vemos una mención de Santolea a la que se le da la calificación de simple villar o núcleo de casas de campo. Las Cuevas de Cañart recibe un privilegio paralelo a Castellote, aunque dentro de su Encomienda, con sus tierras de Crespol, La Aljecira, Ladruñán, Dos Torres y Santolea, y que en este momento, Santolea ya dependería de Las Cuevas, puesto que hacía dos años que habían sido divididos los términos de Castellote y Las Cuevas, en cuyo reparto y por la proximidad, habría quedado como Masadas de Las cuevas, aunque el Comendador que pone a censo estas tierras, sería de Castellote, ya que Las Cuevas están incluidas en la Encomienda de Castellote.
El Comendador de Castellote, Fulcón, señala los términos de Las Cuevas y de Castellote, el 2 de Enero de 1248, lo que hace pensar que anteriormente, todo estaba unido en un Concejo de igual a igual, esto motivaría que Santolea perteneciera a las Cuevas, ya que estaría incluida en el término que le había sido adjudicado, aunque no se sabe cuanto tiempo, pero posiblemente pasara a depender de Castellote antes del siglo XVI, puesto que en los censos de población, vemos que Castellote ha aumentado mientras Las Cuevas ha ido perdiendo población. De cualquier forma, lo que sí es seguro es que a principios del siglo XVII, Santolea pertenece a Castellote, lo mismo que Dos Torres.
Como hemos visto anteriormente en 1261 la Orden del Temple, arrienda a cinco vecinos tierras en Santolea, con sus casas árboles y seguramente campos cerealístas, ya que cada vecino tiene que dar al año una fanega de trigo por derecho de fornage, o lo que es lo mismo, por poder cocer su pan sin tener que acudir a los hornos de la Orden, motivado sin duda por las accidentado del terreno y la distancia para trasladarse.
Esto nos hace pensar que si en la fecha antes citada, se arriendan unas tierras con sus casas y sus árboles, quiere decir, que anteriormente se habían puesto en cultivo y posiblemente eran atendidas desde puntos lejanos, que resultarían muy costosos estos desplazamientos y que lo más probable sería desde Castellote, por lo que dado lo accidentado del terreno, era más cómodo crear un asentamiento permanente, desde el que poder atender mejor estas primeras explotaciones.
La gran cantidad de tierras reconquistadas durante el reinado de Alfonso I, obligó a sus sucesores a una política realista de repoblación del territorio, en el que las fundaciones monásticas cistercienses van a constituir uno de los factores determinantes, apoyados directamente por los propios reyes aragoneses. En el caso que nos ocupa, la abundancia de agua sería un factor determinante para crear unas nuevas explotaciones, tanto agrícolas como ganaderas, lo mismo que muchos años después fuera la causa de su desaparición.
El carácter de las fundaciones monásticas cistercienses, que constituyen auténticas avanzadillas colonizadoras de tierras deshabitadas, o yermas, en ocasiones fronterizas y en situación de “extremadura militar” justifican esta política, con sus castillos como el de Castellote en la zona que nos ocupa, y que estaba incluído en la línea defensiva con el de Alcañiz y Morella.
El Císter adquiere destacada importancia socioeconómica, ya que cada fundación actúa como una auténtica granja agropecuaria, como explotación cerealista, roturación de tierras yermas, constitución de nuevos centros de asentamiento de la población, que eran incluso pequeños talleres de manufactura, de cuyo cenovio dependen otras granjas y explotaciones, en ocasiones geográficamente distantes, como sería el caso que vemos respecto a las tierras y casas que fueron arrendadas a estos cinco vecinos, que en definitiva fueron el origen del futuro pueblo.
Estos primeros Mases o masadas, seguramente pudieron estar situados en lo que conocemos como la partida de Las Torres, nombre que puede venir de aquellas primeras explotaciones agrícolas, que fueron las pioneras en la colonización de algunas tierras, que al ser arrendadas a cinco vecinos, supondría otras tantas masías o torres, por lo que pudo dar origen a esta partida de Las Torres y que dentro de la distancia desde Castellote, era la zona más cercana y de más fácil acceso, utilizando las márgenes del río.
Prueba de que era el punto de más fácil para acceder, es que en este estrecho se construyó un puente el más antiguo de la zona, conocido como el puente de Castellote, por el que pasaba uno de aquellos caminos, llamados principales y que desapareció bajo las aguas del pantano. Cuando las aguas están muy bajas, se pueden ver los restos. Este puente permitió unir las dos orillas, lo que facilitó la comunicación con la zona de Las Planas hacia Bordón. Hasta la construcción de este puente, el único que permitía franquear las dos orillas, era el puente natural de la Ponseca, donde el río se pierde en un pequeño trecho. Muchos años más tarde se construiría otro puente más cercano a Santolea, por la necesidad de atravesar el río constantemente para ir a cultivar sus tierras, al mismo tiempo acortaba el camino para ir a Las Planas y distintos pueblos de la zona. Hemos de recordar, que la margen derecha del río, desde el puente hasta el río de Bordón, hubo una extensión de huerta muy importante, regada con la acequia de La Parada y cuya explotación más emblemática era la masía del Mas de Campos.
Parece que en un principio se construyó una pasarela de madera, pero las dificultades que creaba el río entre las que se incluyen alguna desgracia personal, obligó a llevar a cabo la construcción de un puente de piedra, con calzada de cantos rodados para el paso de caballerías.
Todas estas vías de comunicación, eran simples caminos de herradura que unían los distintos núcleos de población. Más tarde se construyó la carretera de Castellote a Santolea, que sin duda seguiría el trazado antiguo del camino de herradura, por el margen izquierdo del río Guadalope, con un túnel para atravesar la montaña, que se llamó túnel de Castellote y que también desapareció con el pantano. El resto de esta carretera discurría entre la huerta hasta el actual puente, por ella subía el coche de línea a Santolea y tenía su final junto al mismo en el garaje del tío Guitarrero. Más tarde se construyó un camino de carro, que permitió llegar este servicio hasta la puerta de la Fábrica, nombre que se le daba al estar en este punto, la fábrica de mantas que se instaló en 1918, propiedad de Jerónimo Mata, junto estaba el molino de aceite y el generador de la luz.
. Con la construcción del pantano, desapareció esta carretera, que su trazado aun se puede ver cuando está muy bajo el nivel de las aguas. La presa del pantano que cerró la garganta del río, la cortó y el resto quedó embalsada. En sustitución de la misma, se construyó otra para hacer el servicio de la anterior, aunque el trazado de esta última alargó el recorrido al tener que salvar las montañas que circundan el pantano y esta carretera llegó hasta Las Cuevas. Por ella el coche de línea llegaba hasta el pueblo, en este caso entraba por la parte alta y teniendo su parada en la plaza del Torrero, donde terminaba el recorrido y se quedaba hasta el día siguiente, por lo que el conductor vivía en Santolea en la calle La Solanilla El coche tenía el garaje en la plaza del Torrero, en la cochera que fue de Gregorio Buj.
El puente también quedó inundado, por lo que fue necesario construir una pasarela sobre él que salvara el nivel del agua que facilitara el paso de personas y caballerías. En un principio se hizo este paso con barca hasta la construcción de la pasarela.
Hay constancia de la ubicación en esta zona de la Granja del Chopar, no se sabe si en sustitución de las explotaciones anteriores, o que adquirió mayor importancia destacando entre las demás, aunque parece ser, que el nombre de Granja del Chopar corresponda al de una explotación de tierras o denominación de una partida y que afectaba a una zona muy amplia como veremos más adelante.
Los Templarios establecen explotaciones agrícolas más o menos aisladas, que les permite ir poniendo nuevas tierras en cultivo y en este momento vemos la de Santolea, que se convierte en poblado e irá adquiriendo mayor importancia poco a poco, puesto que tenía un factor importante a su favor, el agua. Era la forma de ir colonizando tierras y ponerlas en cultivo, para atraer a nuevos colonos que ayudaran a formar mayores centros de población.
Con la extinción de los Templarios en 1313, sus bienes pasan a la Orden de San Juan de Jerusalén, hasta 18l3, de la que seguirá dependiendo Santolea, aunque durante unos 20 años perteneció a Juan de Hijar. Los documentos del Medievo, vinculan a Castellote lo mismo que Aliaga a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Aliaga desde su reconquista y Castellote desde la extinción de la Orden del Temple. Esto no era inconveniente para que el rey concediera por algún tiempo alguno de los castillos de la Encomienda, a algún noble caballero, que como vemos, Juan II concede a Juan de Hijar la Bailia de Aliaga y de hecho retuvo además Castellote y sus pertenencias, entre las que se hallaría Santolea y que retuvo hasta 1479 por lo menos, por lo que el Papa Sixto IV tras varios avisos, excomulga a Juan de Hijar si en el plazo de 60 días, no devuelve Aliaga y Castellote con todas sus pertenencias a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. No quedó conforme Juan de Hijar y hubo pleito que se falló a favor de la Orden Sanjuanista.
El crecimiento demográfico del siglo XVI y la consiguiente ampliación de la zona cultivada, hizo que muchos lugares que dependían de núcleos mayores empezaran a adquirir importancia al aumentar de forma considerable su población. Estas aldeas se fueron haciendo cada vez más independientes de las villas que las regían y pronto empezaron a reclamar su independencia. Las villas no estaban dispuestas a desligarse de estos lugares, ya que su pérdida conllevaba una disminución de su territorio.
La Orden si que se mostraba de acuerdo con dichas desmembraciones, ya que veía en ello un aumento del desarrollo económico y por consiguiente un aumento de sus ingresos.
La encomienda de Castellote estaba formada por los siguientes lugares: Castellote, Cuevas de Cañart, Santolea, Las Parras de Castellote, Luco, Bordón, Seno, Dos Torres de Mercader,La Ginebrosa, Aguaviva y Más de las Matas. En este caso, vamos a prestar más atención a los pueblos que estuvieron relacionados más directamente, como son: Castellote, Cuevas de Cañart, Las Parras de Castellote, Dos Torres de Mercader, Santolea, Seno y Ladruñán, aunque este último estuvo ligado a Las Cuevas hasta 1774.
Las separaciones que ya venían de antiguo, empiezan en 1367 cuando Bordón y Luco consiguieron emanciparse de Castellote, pero es en el siglo XVII cuando se producen las separaciones principales. En 1611 una concordia entre La Ginebrosa, Aguaviva y Más de las Matas permite que estos dos lugares quedan desgajados de La Ginebrosa, y en 1612 sucede lo mismo en el resto de lugares, ya que Las Parras, Santolea, Dos Torres de Mercader y Seno consiguen emanciparse de Castellote.
En 1612 el poder general radicaba en Castellote, y exigía para dar independencia, tener una iglesia capaz. La lejanía de Las Parras, Santolea, Dos Torres y Seno, les concede en 1612, tener Justicia, Jurados, Almutafaz y Concejo como villas, y en el acto se marcó el término dándoles el poder ya. Se trataba de 130 vecinos y lejos de Castellote.
Castellote era la “cabeza” de la encomienda y nunca estuvo de acuerdo en perder la jurisdicción de estos lugares ya que todavía en 1674 se tienen que dar nuevas sentencias por que seguía sin reconocer su autonomía, como el privilegio real de 1 de Junio de 1674.
Con anterioridad a la fecha de 1612 ya se habían producido intentos de desmembración. A Las Parras y Dos Torres en 1609 el comendador Fr. Gaspar Despuch, nombró justicia, lugarteniente, jurados, almutafaz y consejeros y delimitó el territorio. Santolea fue quien inició la separación, ya que en 1605 consiguió desligarse de la jurisdicción civil y criminal de Castellote.
El concejo de Castellote no acepto las divisiones y comenzaron a producirse rivalidades entre los pueblos hasta que estalla la revuelta de 1612, fruto de la crispación que se vivía en aquel momento.
La separación también conllevó el reparto de primicia, pecha y censales. El pago de las primicias las pagará cada vecino a la villa a la que pertenezca, al igual que los censos por heredades. Lo mismo ocurre con las deudas y censales, que se reparten proporcionalmente según el número de vecinos de cada concejo. El molino de aceite, que se encontraba en Castellote, seguirá perteneciendo a dicha villa pero tendrá que moler las olivas de todos los demás concejos al mismo precio.
En Santolea el comendador era el poseedor de la jurisdicción civil y criminal y nombraba justicia y merino. También poseía la ordenla Granja de Santolea, cuya extensión era de 130 jornales y por la que se pagaba una renta de 170 sueldos, y la Torre del Chopar de 65 jornales que pagaba 24 cahíces de trigo. En esta última hay una cláusula por la que se establece que el comendador se reserva el derecho de leñar y el de la pesca del río.
Una puntualización como esta, solo aparece aquí, por lo que es de suponer que los beneficios que la orden obtenía por la pesca y por la leña debían ser importantes, en caso contrario no se hubieran reservado el comendador este derecho tan específico Hemos de pensar, que el río Guadalope atravesaba la granja, en cuanto a la leña, los montes de su entorno su valor principal sería éste y los pastos.
A su vez el concejo pagaba 60 sueldos para poder nombrar los oficios de regidores (que eran tres) y almutafaz (que era uno). También pagaba dos barcillas de trigo cada casa por razón de hornaje y dos pares de capones y una arroba de orejones para Navidad. Igualmente, se dice que de cada treinta cahíces recogidos por el concejo se paga uno al comendador por razón de primicia y décima.
Las diferentes propiedades sujetas a treudo van aumentando con el paso de los años, y así, entre los años 1601 y 1628 sólo se pagaban 20 sueldos por el molino trapero y 1 gallina por una heredad. En 1653 se añaden los 24 cahíces dela Torredel Chopar y otra heredad que pagaba una libra de cera, en 1745 se construyó un molino harinero en la Torre del Chopar, ya que aparece como treudo aparte y paga 2 cahíces de trigo. El molino trapero desaparece y se convierte en heredad de 2 jornales que paga la misma renta. También aparece una nueva heredad de 1 jornal que paga1 libra y 2 onzasde cera.
La información sobre el treudo nos la facilitan los libros de cabreos que están el Archivo Histórico Nacional. Estos libros se hacían por orden del Comendador, con una frecuencia de unos 25 años. De ellos se extrae la información relativa de las propiedades de la encomienda en cada lugar y de las cargas que tenían que pagar los campesinos. El treudo era la forma más extendida de explotación de la tierra dentro del Reino de Aragón. El treudo era una forma de propiedad compartida de la tierra, en la que el señor daba al campesino el dominio útil (el derecho de explotación), reservándose para sí el dominio directo (la propiedad). El dominio útil era dado a perpetuidad al campesino, que podía trasmitirlo a su descendencia, arrendarlo o venderlo, y a cambio pagaba un precio estipulado anual (renta) que siempre era la misma. Esta forma de cesión de la tierra, viene de época medieval y como se puede ver, pervive enla Edad Moderna.Pero junto con la renta, el señor tenía otra serie de derechos que eran la fadiga, comiso y mismo. En la fadiga, el campesino (si quería desprenderse del dominio útil) tenía que avisar al señor con antelación de dicha venta, y el señor podía optar a la compra de la propiedad por un porcentaje inferior a su precio. Por el mismo, el señor recibía el porcentaje de la venta (en caso de no haberla adquirido él), que solía ser del 10%. Por el comiso, el señor podía recuperar el dominio útil en el caso de que no se cumpliesen las condiciones establecidas en el contrato. Estas condiciones solían ser, mantener la propiedad en buenas condiciones, tanto si eran de cultivo como casas, y la prohibición expresa de vender la propiedad a clérigos o infanzones, ya que al estar exentos de pagar ciertos tributos, no era bueno para la economía señorial.
Otra forma de posesión de la tierra, era el arrendamiento, que se estipulaba por periodos de tiempo, que podían oscilar entre 3 o 10 años, y la renta que se pagaba solo era fija durante el periodo para el que se estipulaba el contrato. Cuando se renovaba el arrendamiento, esa renta aumentaba o disminuía en función de los precios del mercado o de la cosecha obtenida.
Aunque el origen de Santolea fuera aquellos primeros colonos, que posiblemente se establecieron en la partida de Las Torres, al ir poniendo más tierras en cultivo aumentaría la población, por lo que fue necesario buscar un sitio para asentarse los nuevos pobladores y por lo tanto se decidió en un emplazamiento, donde por una parte, al quedar en alto quedaban protegidos de las avenidas del río o barrancos, y por otra, el espacio elegido no ocupaba buenas tierras para cultivar. En un principio serían unas cuantas casas diseminadas, pero al ir edificando nuevas viviendas, iría formando el pueblo que finalmente quedó conformado tal como lo conocimos. Hubo 6 casas solariegas, que serían las de mayor poder económico y las que marcarían el futuro diseño del pueblo, ajustándose el resto a una línea más o menos trazada por ellas, aunque en algunos casos se observaba que algunas de estas casas, fue difícil poderlas alinear con el resto y guardaban aquel estilo de haberse construido cuando no había ninguna norma de urbanización, como la casa de las Abogadas, en la confluencia de la calle Mayor con la calle del Cristo, la del tío Torres en la plaza del Torrero, que finalmente dio forma a la plaza y la primera entrando al pueblo, que llamaron del Albeítar, por haber vivido en ella el Veterinario y que era la casa de los Portoleses. Las más antiguas, parece ser que fueron las que la puerta de entrada estaban en forma de arco. La orientación de estas casa antes mencionadas, difieren del resto en que están orientas hacia el medio día, de esta manera recibían más horas de sol y quedaban protegidas del aire del norte, lo que nos demuestra ser de las primeras en construirse.
Poco a poco Santolea va aumentando su número de vecinos, al ir poniendo nuevas tierras en cultivo y a partir de 1646, empezamos a conocer su evolución, anteriormente su población estaba incluida en Las Cuevas o Castellote, pueblos a los que perteneció hasta conseguir su independencia.
Más adelante veremos como evolucionaron los siete pueblos que componían, Castellote y sus Masadas y Las Cuevas de Cañart y sus Masadas.
Aunque desconocemos su origen el nombre de Santolea se le conoce desde un principio, como vemos en aquellos primeros arrendamientos y lo mantendrá hasta 1713 en el que se le llamó Santa Olea, con este nombre estará durante 84 años, hasta 1797. En 1646 fue vereda de Alcañiz y desde1713 a1833 perteneció al Corregimiento de Alcañiz, que lo componían más 100 pueblos. Se convierte en Ayuntamiento en 1834, perteneciente al partido judicial de Castellote.
El primer censo de población, en el que aparece Santolea con 40 fuegos, es el de 1646, que multiplicado por 4´5 ó 5 personas por cada fuego, nos da una población de 200 habitantes aproximadamente. Estas son cifras aproximadas según la valoración que se hacía del número de personas por fuego.
Otro censo que conocemos es el de 1713, que nos da 75 vecinos; unos 300 habitantes aproximadamente. Pasamos al año 1717, y vemos que en estos cuatro años ha sufrido un descenso, y queda situado en 37 vecinos (148 habitantes). Esta misma población se mantendrá inamovible en, 1722 y 1787, para producirse un aumento espectacular, en el censo de 1797, que sube a 119 vecinos (476 habitantes).
Aunque desconocemos las causas, tanto del descenso de 1717, que pudo estar motivado por alguna epidemia, como el aumento de 1797, así como que en 80 años se mantuviera la población sin variación, hace pensar que durante este tiempo se produjeran pequeños cambios y no se hiciera ningún censo, dando como buenos los datos que había de 1717, puesto que llama la atención que en los ochenta años mencionados no se hubiera producido ningún cambio y en los últimos diez años, pasara a triplicarse la población.
La Granja de Santolea, de 130 jornales de tierra, confronta con torre Chopar, con Vallosera, camino de Dos Torres, Pinar del Royo, y barranco con la Cingla, que parte el término con el de Las Cuevas y viene al río Guadalope. Por ella se pagan 170 s.j. de treudo perpetuo y además la Primicia de todos los frutos. Por cada casa de la villa, 2 barcillas de trigo cada año, medida vieja, por derecho de hornaje.
Por la torre Granja del Chopar, de 65 jornales de labrar pagan de treudo perpetuo al año, 24 cahíces de trigo, medida foral más la Primicia. Linda río Guadalope, fuente Capellanía de los Ballesteros y esquina de arriba del barranco de la fuente de la Magala y monte común de Castellote, y debajo de la cueva Atravesada, y a medio de la muela de Mercader, y barranco de los Frailes, hasta sobre el Cerrito y Traviesas, la loma de los Ballesteros a las Pinillas, y de allí al Regatillo de Bordón. En Granja un molino harinero, paga 2 cahíces de trigo, medida foral. Pescar en el río y dentro de la Granja. Vecinos particulares pagan de treudo perpetuo al año, 20 s.j., 2 gallinas y una libra de cera.
Por lo que podemos ver, estas dos granjas son más bien dos explotaciones en las que están incluidas el conjunto de terrenos de cultivo y pastos que disponía el pueblo, y que seguramente, estaban separadas por el estrecho del puente. La primera, sus límites corresponden con los de Dos Torres. El pinar del Royo que se menciona, hace referencia a una partida, que actualmente mantiene su nombre, en cuanto al barranco que va a la Cingla, será el barranco de los Palomares, conocido como barranco Licesa y que era el paso de ganado que dividía Dos Torres con Santolea, que al llegar a los Cerros se perdía pero continuaba el paso de ganado. En este punto había una concentración de corrales hasta llegar a la Cingla, que era otro paso para los ganados, con más corrales en su recorrido, hasta atravesar el río Guadalope y siguiendo por el barranco Gómez. Estos pasos de ganados son las antiguas Cañadas o Veredas, utilizadas para el traslado de los mismos en la trashumancia y que estaban complementados con grupos de corrales en puntos donde podían descansar y que generalmente era cerca de donde había agua, bien por ríos o fuentes o por balsas construidas para este fin. Luego se le dio el nombre de paso de ganado. Hoy el paso de la Cingla es la división entre Ladruñán y Santolea y si en los límites se menciona Las Cuevas es por que en aquel momento Ladruñán estaba incluido en Las Cuevas, de la que dependió hasta 1774.
La Granja del Chopar vemos como sus límites abarcan río Guadalope, subiendo por el monte común de Castellote por el barranco de Marinombre a buscar la cueva Atravesada que debe corresponder a la que hay más arriba de Mercader y que efectivamente está atravesada, entre el barranco que desemboca e el rincón de la pata de Toro y el barranco de las cuevas de Ramoneto; de allí a la Muela de Mercader bajando nuevamente y atravesando el río dirigiéndose hacia Las Planas hasta el Regatillo de Bordón
Seguimos recogiendo datos de Santolea y el archivo de Más de las Matas, nos facilita el padrón de 1888-1889, en el que se relacionan los industriales que había en ese momento en Santolea:
Agustín Obón Gascón. Vinos y aguardientes C/. San Roque, tenía la destilería de aguardiente, frente al abrevadero de las caballerías junto a la acequia Mayor.
Teodoro Obón Pérez. Posada c/. San Roque.
Ramón Navarro. Tablagero c/. Mayor
Juan Ramón. Molinero Extramuros
Ivo Zaera Mallén. Médico c/. Mayor
Rudesindo Esteban. Albeitar c/. Carmen
Francisco Monforte Ballestero, Herrero c/. Cristo, 32.
En este final de siglo es cuando alcanzó la mayor población de su historia, por lo que llegó a tener todos los servicios: Médico, Veterinario, Practicante, Maestros de niños y niñas, Sacerdote y Farmacia. El médico, visitaba todos los pueblos cercanos como Las Cuevas, Dos Torres, Ladruñan, Bordón y Luco, además de las masías correspondientes a estos pueblos y que en un principio hacía las visitas a lomos de una caballería, en cuanto a la farmacia, también servía a los mismos pueblos. La farmacia regentada por D. Emilio Alloza Portolés, hijo de Santolea, desapareció con la construcción del pantano, que en lo sucesivo había que ir a Castellote. El médico continuó hasta los años sesenta, prácticamente hasta la desaparición del pueblo, y nunca consiguieron los pueblos vecinos llevárselo, y no fue por no intentarlo, a pesar de como Bordón y Las Cuevas, tenían mayor número de habitantes.
En el año 1840, el Diccionario Estadístico MADOZ, señala 671 habitantes; en 1857, sube a 756; en 1877, alcanza el mayor número de población que ha tenido, 847 habitantes; 437 hombre y 410 mujeres; 1887, baja a 812 y finalizamos el siglo XIX, año 1900, con una pequeña pérdida, 796 habitantes.
Durante los 43 años que median desde el censo de 1877, hasta el de 1920, se ha mantenido la población con pocas variaciones, sólo ha perdido 99 habitantes y que el causante de esta pérdida pudo ser la epidemia del cólera. Sea como fuere va manteniéndose con alguna pequeña pérdida de población, 1920, 780; 1930, 649; en este censo ya se empieza a notar el efecto del pantano y se producirá la primera gran emigración, próximo a terminar las obras, muchas familias ya han decidido su nuevo destino, dándose en esta década el número más alto de familias que abandonan el pueblo, como veremos en el censo de 1940 que nos da una población de 365 habitantes; prácticamente ha quedado reducido a la mitad en los últimos diez años. 1950 desciende a 325; 1960, baja a 182. Aquí el descenso lo ha motivado los nuevos regadíos de Valmuel al que tienen acceso los vecinos de Santolea que quieran instalarse en los nuevos pueblos. 1966, quedan 157 habitantes y a finales de esta misma década de los sesenta, quedará despoblado.
El año 1947 y como consecuencia de Los Maquis, son obligados los dueños de las masías a trasladarse a vivir a los pueblos más cercanos, en este momento Santolea recibe seis familias de El Alconzal de las siete que componía el barrio y otra familia de la masía de Vallusera. Cada día tienen que pasar por el cuartel dela Guardia Civil por la mañana a recoger la llave de la masía y después de terminada la jornada, volver nuevamente para entregarla hasta el día siguiente. Esto mismo ocurre a todos los propietarios de edificios con puerta en sus respectivas fincas, que tienen que tener depositada la llave en el cuartel, y cuando tienen que ir a trabajar a alguna de ellas, pasar a recoger la llave que luego entregarán al terminar la jornada.
En el mes de Febrero de 1972, se inicia la destrucción del pueblo, que se calcula en siete meses para la demolición total. En este momento, sólo un habitante queda en Santolea, Manuel López, pastor de profesión que sigue recorriendo los montes en los que ha vivido siempre y que se resiste a abandonar, esperando el momento de la jubilación y siendo testigo de la agonía de su pueblo y su demolición, como vemos en la entrevista que le hace el corresponsal del Heraldo de Aragón el día 21 de Marzo de 1972
En Santolea se instala una fábrica de tejidos, con el nombre de: Fábrica de Jerónimo Mata y Compañía. Esta fábrica en su antiguo emplazamiento, se llamó: Masía Penseca o Ponseca, puesto que estaba ubicada junto a la masía dela Ponseca. La bajan a Santolea en 1918, pero en este momento el pueblo ya está sentenciado, pronto se inician las obras del pantano que la hará desaparecer en 1930. La instalación de dicha fábrica, creó muchos puestos de trabajo para el pueblo, también trajo la instalación de la luz eléctrica por la misma empresa para el servicio del pueblo, lo que permitió dejar el medio de alumbrarse hasta entonces, que era el candíl de aceite o el tedero. Años más tarde, el pueblo compró a los herederos el tendido eléctrico de todo el pueblo.
En GUIA GENERAL DE ARAGON, NAVARRA, SORIA Y LOGROÑO, publicada en 1924, nos da algunos detalles de Santolea: Tiene 811 habitantes. Dista10 km. A la cabeza del partido, comunicándose por carretera, y a 100 km. De la capital por ferrocarril Zaragoza – Calatayud o auto de Alcañiz.
PRODUCCIONES: cereales, vino, aceite, patatas, legumbres, exquisita fruta. Clima, bueno. Caza ordinaria. Pesca, truchas. Río Guadalope. Estación más próxima, Alcañiz a 63 Km. Línea de Alcañiz a La Puebla. Alumbrado eléctrico, industria local. Fábrica de hilados. Giro postal hasta 50 pesetas. Diócesis de Zaragoza. Parroquia de entrada. En construcción el pantano de su nombre.
SECRETARIO.D. Emilio Mompart
PARROCO. D. Marcos Montserrat
Escuela unitaria de niños.
MAESTRO. Manuel Pina.
MAESTRA. Doña Felisa Ariz.
Locales escuela, buenos. Matrícula 44 niños. No tiene los maestros casa habitación. Cantidad abonada por tal concepto, 80 pesetas.
ABACERIAS.- vda. De José Sancho.
ALBAÑILES. José Clemente, Juan Gascón, Jerónimo Mata.
CARNICERÍAS. José Portolés, Ramón Portolés.
CARPINTERÍAS. Antonio Arellano, Juan Arellano.
COMESTIBLES. Cooperativa del Sindicato, Vicente Herrero.
CONFITERÍA Y CERERÍA. Vda. De José Sancho.
CAFES. José Lamiel, Aurelio Sancho.
ELECTRICIDAD. (Fábricas) Jerónimo Mata.
ESTANCOS. Tomás Carbó.
FARMACIAS. Fabio Armengot en Castellote.
FONDAS. José Lamiel.
HARINAS(Molino). Francisco Julve.
HERRERÍAS. Joaquin Lamiel, José Lamiel.
HILADOS DE LANA (Fábricas de), Jerónimo Mata y Cia.
MEDICOS. José Rodríguez.
MINAS DE CARBON. Banco Forestal de Barcelona.
POSADAS. José Borraz, Tomás Eixarch.
PRACTICANTES. León Prats.
RECADEROS. A Alcañiz, Tomás Carbó, Juan Moliner.
SOCIEDADES. Sindicato Agrícola.
TEJIDOS. Tomás Carbó.
VETERINARIOS. Ricardo Esteban.
Las obras de la presa del pantano de Santolea, se inician oficialmente el 1º de Septiembre de 1927 y terminan en 1932, se levantó sobre la partida llamada <EL BELEN> y la CUEVA DE LAS LOMERAS, cerrando la garganta del cauce del río Guadalope.
La construcción del pantano de Santolea, fue la culminación de las aspiraciones de Alcañiz y Caspe principales interesados, aunque no quedaran totalmente satisfechos por no haber conseguido la construcción del pantano grande.
Las iniciativas para esta construcción se venían gestando desde principios de siglo, los más interesados eran los pueblos antes mencionados, ya que los situados entre Castelserás y Castellote, poco les afectaba al tener el riego asegurado anteriormente, en este caso, los más beneficiados serían Caspe y Chiprana. Y aquí empiezan a darse los primeros pasos que sentenciaran a Santolea, y que años después la llevarán a su desaparición
El 26 de Septiembre de 1900, se presenta un escrito al Sr. Ministro de Agricultura suscrito por los alcañizanos, señores Jerónimo Blasco, Alcalde; José Manuel Ejea, Presidente de la Cámara Agrícola; Joaquín Escanilla, Delegado de la Cámarade Comercio; Francisco Pérez Alejos, Francisco Navarro y Marcelo Escudero, respectivamente, Presidentes de la comunidad de las acequias Vieja, Nueva y Gavalda; Julián Santa Pau, Presidente de la asociación de Ganaderos; Joaquín Marco, Presidente de la defensa Agrícola; Pablo Lafuente, Presidente del Casino Artístico; Antonio Alfonso, Presidente del Centro Industrial y Agrícola. En él le pedían que el pantano de Santolea y sus canales sean incluido en el Plan General que ha de someterse a las Cortes.
Ni el entusiasmo de los pueblos interesados, ni los esfuerzos del diputado Comas, defensor del pantano grande, pudieron rectificar la trayectoria de nuestros gobernantes
Finalmente las instrucciones dadas al ingeniero Elio, fueron para hacer el pantano pequeño, con el fin de asegurar actuales riegos y de sobrar agua, extender la zona de regadío hasta 12.000 Has. Aprobado Real Decreto 18 de Abril 1901
. Entonces los políticos con el fin de suavizar asperezas y dar satisfacciones, ofrecieron a título de transacción, ejecutar las obras del pantano pequeño, a la base del grande y esta fórmula fue recibido cual si fuera una esperanza halagadora. La opinión pública confiada, se manifestó a favor de lo ofrecido y se invitó a los pueblos, que si querían aceptar la obra, pronto comenzaría si auxiliaban con el diez por ciento de lo presupuestado, satisfecho semestralmente a medida que se construyese y el cuarenta por ciento de lo presupuestado, a pagar en el plazo máximo de 25 años a contar desde la terminación del pantano.
En la junta de regantes celebrada en Alcañiz el 22 de Septiembre de 1903 tomó la palabra el Sr. Manuel Egea, manifestando que la construcción del pantano pequeño, aunque sólo servía para asegurar nuestros riegos y convertir los eventuales en constantes, estaban convencidos que si no se construye el pantano pequeño, no se hará el grande y que si no aprovechamos el interés que proporciona el Exmo. Sr. Ministro de Agricultura en su Real Orden de 30 de Agosto de 1903, quedará abandonado por completo el proyecto y Alcañiz debe hacer un esfuerzo para auxiliar la obra.
Reconocemos que a los pueblos de Castelserás a Castellote, en nada les afecta este pantano por la seguridad de sus riegos. El mayor beneficio lo ha de obtener Caspe y Chiprana, convirtiendo su extensa huerta en riego continuo, por lo que son llamados a contribuir con una cantidad relativa a los beneficios, pero como enla Real Ordense dispone que las ofertas se hagan de común acuerdo, el que aquí se tome, deberá cursarse a los demás pueblos que componen la zona regable, para su aceptación. El representante de Castellote y sus anejos, manifestó, que aunque el pantano les ocasionaría grandes perjuicios, se sacrificarían gustosos por el interés de la comarca. Dijo, que después de estudiado el asunto con el mayor detenimiento, había tomado la decisión de exponer a la junta la siguiente oferta: Tributar cada propietario regante con cien pesetas por hectárea, pagaderas en dos plazos; la mitad al promedio de las obras y la otra mitad, al fin de estas; que Caspe y Chiprana, deberán ofrecer cuatrocientas pesetas por hectárea, y que por el pantano grande, se ofrezcan cuatrocientas pesetas por hectárea de olivar que se pongan en riego, que se pagarán cuando esté terminada la obra, pero en cuatro anualidades.
El 11 de Diciembre de 1908, se publica un Real Decreto que consta de 18 artículos y que describimos a continuación:
En el primero se aprueba técnica y definitivamente, con las prescripciones propuestas por la suprimida comisión de Trabajos Hidráulicos, en 12 de Septiembre de 1903, el proyecto del pantano de Santolea, redactado por la división de trabajos hidráulicos del Ebro, cuya obra está comprendida con el número siete en el Plan General del Estado.
Por el segundo, se autoriza al Ministro de Fomento para realizar en el término de cinco años, por la administración, las obras presupuestadas en un millón cuatrocientas treinta y tres mil ochocientas ochenta y una pesetas con veintiocho céntimos (1.433.881,28).
En el tercero, se autoriza para realizar mediante subasta, en el plazo de dos años, la desviación del trozo 5º de la carretera de Cantavieja, por el presupuesto de ciento setenta y seis mil setecientas veintiuna pesetas sesenta y seis céntimos (176.721,66).
Sin perjuicio de lo dicho, dice el artículo 4º, deberán adquirirse por subasta o concurso, con sujeción a las disposiciones vigentes, los materiales principales que hayan de emplearse en las obras del pantano, como canales, cemento, elementos metálicos atc.
Según el artículo 5º, la autorización concedida se sobreentiende en el caso de que las entidades que han ofrecido auxilio acepten las condiciones del presente Real Decreto en Escritura Pública.
Se constituirá se lee en el Artículo 6º, un sindicato de obras del pantano de Santolea, donde tendrá representación las entidades o corporaciones que contribuyan a la construcción de las obras, en la proporción de las cantidades que aporten cada una, y se regirá por un reglamento, que se someterá a la aprobación del Ministro de Fomento, pudiendo ampliarse dicho sindicato, si así se creyera conveniente y hubiera posibilidad de hacer extensivo el riego a nuevas zonas.
El sindicato del pantano de Santolea auxiliará la construcción, según previene el artículo 7º
Con el cuarenta por ciento el coste real de las obras aumentado anualmente con los gastos de dirección y administración, pagaderos por semestres vencidos, en proporción a las obras que vayan realizándose.
Con el cuarenta por ciento del mismo coste real de las obras, aumentado con los gastos de dirección y administración, pagadero por anualidades iguales en el plazo de 25 años, que empezará un año después de terminadas las obras.
Con el diez por ciento del importe del importe de las expropiaciones, pagadero por semestres vencidos a medida que se satisfagan, y además con el cuarenta por ciento del importe de las expropiaciones pagadero por anualidades iguales en el plazo de 25 años que empezará contar un año después de terminadas las obras.
Según el artículo 8º, hasta no se hayan amortizado el 50% del coste real de las obras, y del importe real de las expropiaciones, el sindicato de obras del pantano de Santolea, abonará al Estado el uno y medio por ciento en concepto de intereses anual, sobre la cantidad que reste por completar la amortización de los auxilios ofrecidos.
Cuando se haya pagado todo lo dicho, no antes, quedará de la exclusiva propiedad del sindicato del pantano de Santolea, por ordenarlo el artículo 9º.
El Ministro de Fomento, podrá encomendar la construcción del pantano a una junta de obras, compuesta por cinco vocales, tres elegidos por el sindicato, otro por el Ministro y el ingeniero director, cuya junta queda sometida a las disciplinas del reglamento aprobado por el Real Decreto de 27 de Noviembre de 1903, y podrá ser disuelta en cualquier momento que el Gobierno estime conveniente proseguir los trabajos directamente.
Terminadas las obras, ordena el artículo 11, el sindicato de obras del pantano de Santolea, se convertirá en sindicato de riegos, con las modificaciones que procedan, y se encargará de la conservación y explotación mediante un reglamento, que deberá ser aprobado por el Ministro de Fomento. En la formación de éste reglamento deberá tenerse en cuenta las siguientes bases:
El sindicato tendrá la obligación de respetar los derechos adquiridos, dejando discurrir libremente por el cauce del río, el caudal que la administración determine, teniendo en cuenta la importancia de los actuales aprovechamiento y las facultades que se reserva para llevar a cabo las expropiaciones que juzgue precisas.
Tendrán derecho preferente a las aguas del pantano, las entidades y particulares que contribuyan con sus auxilios a la ejecución de las obras.
Las tarifas que se fijen para el uso y aprovechamiento de las aguas del pantano, serán sometidas por el sindicato a la aprobación del Ministro de Fomento.
Para los nuevos riegos que puedan establecerse, se partirá del principio de que el agua queda adscrita a la tierra, fijándose tarifa por hectárea regada y el mínimo de agua que habrán de recibir los regantes, para que sea obligatorio el pago completo del tipo de la tarifa.
Se concede a la entidad a que pertenezca el pantano, el derecho exclusivo para riegos, el exceso de agua que en un punto cualquiera del cauce discurra sobre la que en ese mismo punto discurría sin el embalse, sin perjuicio de las prescripciones de la ley de aguas.
La explotación, dice el artículo 12, se hará bajo la inspección del Gobierno, representada por el Ingeniero Jefe dela División Hidráulicadel Ebro, siendo de cargo del sindicato de riegos, los gastos que esta inspección ocasione.
Si por abandono del Sindicato peligrara la conservación de las obras o no pudieran éstas prestar el servicio a que se destinan, en virtud del artículo 13 se incautará el Gobierno de las mismas, pudiendo explotarlas por sí, o ceder la explotación a un tercero, previo expediente, en el que deberá oírse al Consejo de Obras Públicas.
Si el Sindicato retrasase el pago de las cantidades que corresponde abonar, el Estado explotará el pantano por su cuenta y con arreglo a las tarifas que estime oportuno fijar, hasta que, después de cubiertos los gastos de administración y conservación de las obras, quede resarcido del capital e intereses que hay invertido en ellas por cuenta del Sindicato. Así lo previene el artículo 14.
Aun después de que el pantano haya pasado a ser propiedad del Sindicato de riegos, estará éste, según el artículo 15 obligado a no perder ni a desperdiciar el agua y a distribuirla con equidad, de forma que el beneficio del riego se extienda a una zona lo más vasta posible.
En el caso de constituirse la junta de obras, presentará ésta dice el artículo 16, ala aprobación del Ministro de Fomento los presupuestos anuales de gastos de dirección y administración, los que no podrán exceder en ningún año de veinticinco mil pesetas, ni pasar de seis mil, la parte destinada a los gastos de administración.
El Ministro fijará el plan económico de las obras que hayan de ejecutarse, consignándose en el mismo parte de gastos que deberá ser abonado por el Estado, que será librada a la junta de obras en el primer mes de cada trimestre, y ésta rendirá anualmente cuentas de los gastos realizados, acompañadas de los certificados del Ingeniero Director. Esto ordenan los artículos 17 y 18.
Lo publicaLa Gacetade Madrid. 12 Diciembre de 1908 nº 347.
En 1919 se constituye la Junta de Obras del Pantano de Santolea y sería la dictadura de Primo de Rivera, la que diera el paso definitivo para la creación de las Confederaciones Sindicales Hidrográficas, que nacieron por Real Decreto el 5 de Marzo de 1926, aprobándose en esa misma fecha la del Ebro. Posteriormente el gestor de las aguas de la cuenca del Guadalope y sus afluentes, en el que está el pantano de Santolea, ya sería la Confederación Hidrográficadel Ebro, así como la construcción del mismo.
Esta construcción del pantano, se inicia con la dictadura de Primo de Rivera, pero su finalización corresponde al gobierno de la República. Los estudios parece que indicaban, que el pantano no se llenaría nunca, pero la realidad fue otra y el río Guadalope se encargó de demostrar que los cálculos no eran correctos y el pantano se llenó en 15 días. A los vecinos no les daba tiempo a recoger sus cosechas, el agua subía tan deprisa que inundaba todo. Los edificios que había en las huertas, al llegar el agua, como estaban construidos de tapia, tan pronto como la humedad afectaba sus cimientos, se caían Las expropiaciones que correspondían a sus vecinos por sus casas y tierras, no se habían cobrado, por lo que se generó tensión y descontento. Al mismo tiempo la presa del pantano perdía agua por todas partes, temiendo que reventara y se llevara por delante los pueblos más próximos a su cauce. Una comisión se trasladó a Madrid a reclamar el pago de las expropiaciones, aunque parece ser que el recibimiento no fue muy correcto.
Aunque en un principio la construcción del pantano creó puestos de trabajo y atrajo también a muchos obreros de fuera que dio vida al pueblo, finalizado éste y anegadas sus mejores tierras, que eran huerta, dejó de producirse una serie de productos importantes para su mantenimiento.
Se cultivaban árboles frutales, cuyos productos eran de reconocido prestigio, con excedentes para la venta. Hortalizas, forrajes, que permitían mantener una ganadería estabulada. Legumbres, cáñamo, lino, también había plantaciones de moreras, con lo que se explotaba el gusano de seda y como consecuencia, daba trabajo para su cría y elaboración. Todos estos productos, daban lugar a algunos talleres artesanos en los que se elaboraba la materia prima y que dio en su día sobrenombres a los artesanos que lo realizaban, como Embochador, Cerero, Tejedor o Sedero
Con la desaparición de estos productos, desaparecieron varios oficios, que obligó a sus familias a buscar trabajo en otro sitio, lo que motivó la primera emigración.
Esta corriente migratoria, se canalizó en dos direcciones bien diferenciadas, los jornaleros, que en su mayoría se dirigieron a Cataluña y los más audaces a Sudamérica para probar fortuna, y los propietarios de tierras, que con el dinero que recibieron de la expropiación de sus bienes, decidieron instalarse en otras tierras, siguiendo su profesión de agricultores. Cuenta una anécdota, que el despedirse un vecino que se iba a América lo hizo de la siguiente forma: me despido hasta la eternidad, por que si me va bien, no volveré y si me va mal, no tendré dinero para volver. El razonamiento parece normal.
Los receptores principales de esta segunda corriente fueron, Zaragoza, algunos a Huesca, y otra parte importante se fueron a Alcañiz en la misma provincia de Teruel, mientras que alguno quedó en los pueblos del entorno.
No terminaría aquí la emigración, los años sucesivos fueron un constante goteo de pérdida de vecinos. Aferrados a su tierra y cultivando la poca huerta que había quedado sin expropiar. La huerta expropiada pero que no la cubría el agua, la Confederación Hidrográfica del Ebro, la dejaba cultivar mediante un arriendo, lo que permitía disponer de algunas tierras importantes, puesto que esta huerta, es la que regaba la acequia Mayor y por lo tanto, el riego más seguro; luego la acequia de los Valejos, llegaba hasta Las Torres, regando solamente huerta expropiada. Acompañada esta agricultura con el cultivo del olivar, viña, cereales en las tierras de secano, haciéndose cargo o comprando las propiedades de los vecinos que habían emigrado, juntamente con la ganadería, se fue manteniendo el pueblo, con la mirada puesta en el posible crecimiento del pantano que les diera el golpe final.
El año 1947 empieza la construcción de la carretera que uniría Las Planas con el puente de Santolea, la construcción de la misma costó 4 años. Aunque el servicio que prestará esta carretera será prácticamente nulo, al no construirse el nuevo puente para salvar el pantano y unirla a la que va de Castellote a Cuevas de Cañart. Los más beneficiados fueron los propietarios de tierras en Las Planas, que utilizándolo como camino de herradura les permitía trasladarse con más comodidad a sus campos, donde estaba la mayor concentración de viñas y cereales. Algunos vehículos pequeños como el del médico del pueblo, utilizarán la pasarela que se construyó para salvar las dos orillas, al quedar embalsado el puente antiguo, aunque el paso por esta pasarela tenía sus riesgos, pero le permitía acortar mucho camino en la visita a los enfermos de Las Planas, Bordón, Luco y sus correspondientes masías. También las personas de estos pueblos que tenían que desplazarse, ganaron con esta obra.
Por el año 1960 se decide para mejor aprovechamiento del Pantano subir el sobradero, alcanzando las aguas un nivel más alto, y por consiguiente nueva pérdida de tierras de regadío, lo que ayuda a que nuevos vecinos vayan abandonando el pueblo.
Aunque la causa principal que precipitó la última emigración, fue el año 1955, que el día 4 de Agosto, una tormenta de piedra como nadie recordaba, asoló el término; se perdió la cosecha, pero lo más grave fue que los árboles quedaron en difíciles condiciones para años sucesivos; las piedras que cayeron del tamaño de huevos de gallina, rompieron los tejados de las casas, el olivar quedó destrozado y finalmente el invierno que fue frío en exceso, terminó helando el olivar, con lo que el desánimo se apoderó de los vecinos, lo que les ayudó a tomar la decisión de marchar.
Por este tiempo se estaba construyendo dos pueblos de Colonización, para su puesta en regadío, (Valmuel y Puig Moreno), que se regarían con el agua del pantano de Santolea como damnificados, tenían preferencia sobre una parcela y una casa el que lo solicitara, por lo que varias familias decidieron trasladarse a estos pueblos. Este sería un golpe duro para el pueblo, puesto que perdía un grupo importante de familias. Al mismo tiempo se estaban repoblando los montes de pinos en el término de Castellote, junto a las tierras de los que habían marchado recientemente que fueron los primeros en venderlas a la Repoblación Forestal, por lo que fue haciéndose más difícil la supervivencia al ir quedando limitado el espacio cada vez más. En las zonas repobladas, no podía entrar el ganado, lo que ayudó a que las familias que quedaban empezaran a desmoralizarse. Algunas familias resistieron unos años más, pero finalmente, a últimos de los años sesenta, y principios de los setenta quedaba el pueblo despoblado. Cuando el último sacerdote residente en el pueblo, don José Sanz Villa se despedía del lugar, hubo muchas lágrimas. Esta despedida ocurría en el verano de 1966. El destino del último sacerdote, sería Aguaviva, lo mismo que la campana de su torre.
En el mes de Diciembre de 1967, se procedió a pagar la indemnización correspondiente a los últimos vecinos por cambio forzoso de residencia, cuya liquidación de una familia veremos a continuación.
La familia que hemos elegido, estaba compuesta por el matrimonio y tres hijos. Convivían con los padres de la mujer, por lo que se les adjudicó la indemnización de una cuarta parte del ajuar doméstico y de los elementos de trabajo.
Cambio forzoso de residencia.
Gastos de viaje por traslado familiar:
5 personas a 300 pesetas por persona, 1500
Transporte de ajuar y elementos de trabajo:
Ajuar doméstico: tipo base, ¼ 1000
Elementos de trabajo: tipo base, ¼ 1000
Jornales perdidos durante el traslado:
2 personas, 1200
Reducción del patrimonio familiar:
Pérdida de vivienda ¼ 4500
Comunales, 365
Quebranto por interrupción de actividades:
Un grupo I, 18000
Un grupo III, 4500
Total indemnizaciones: 32.065
Estas fueron las últimas cantidades recibidas por los vecinos, que a partir de este momento cada uno tuvo que elegir el nuevo destino. El día del cobro de la última expropiación, fue un constante ajetreo de saludos, muchos vecinos habían venido desde lejos donde tenían su residencia para cobrar el importe que les correspondía por aquellas tierras o casas que un día tuvieron que dejar. Parecía un día festivo, pero en el fondo se escondía la tristeza que genera el pensar que se estaba dando el último paso. Aquellas personas una vez terminada su misión, que no era otra, más que recoger las últimas migajas de la expropiación, volverán cada uno a su casa por donde han venido y seguramente la mayoría no tendrán la oportunidad de volverse a ver. El grupo nuestro que venía desde Barcelona y el dueño del autocar, también hijo del pueblo, Miguel Monforte (el Morronero), al pasar frente al cementerio por la carretera, dijo esta frase. Nos vamos todos con el dinero que nos han dado en el bolsillo, pero lo que no nos podemos llevar son estas personas que quedan, no pudo terminar la frase, la emoción se apoderó de él. Entre aquellas personas enterradas en el cementerio, estaba su padre.
El B.O.E. de 14 Enero 1970 Decreto 3410/1969 11.x, por el que se aprueba la incorporación de los municipios de Santolea, Dos Torres de Mercader, Las Cuevas de Cañart y Ladruñán, al de Castellote en la provincia de Teruel. Santolea después de 365 años de independencia, volvía a ser barrio de Castellote. Lejos quedaba aquel año 1605, donde con tanta ilusión y sacrificios consiguieron emanciparse nuestros antepasados, luego vendrían años de dificultades y de prosperidad, pero el pantano se encargó de truncar toda esperanza y sus hijos tuvieron que buscar acomodo en otros lugares, aunque sin olvidar sus orígenes y hoy después de muchos años, donde quiera que se encuentre algún hijo del pueblo con otro, se sienten como hermanos, son emigrantes sin pueblo
La gente emigra de los pueblos, pero aquí se trataba de una emigración obligada, y era muy triste dejar el suyo abandonado. El año 1972 se inicia la demolición del pueblo casa por casa, dejando para el final su iglesia, que fue demolida el día 8 de Junio de 1974. Aquí terminaba la historia de un pueblo y entre sus escombros, quedaban enterrados muchos años de ilusiones de las distintas generaciones que en él vivieron.
Desde finales de 1970, hasta el mes de Febrero de 1972 que se inicia la demolición, el pueblo queda abandonado a merced de la depredación de sus visitantes. Es como un árbol caído en el que parece que todo el mundo puede hacer leña. No faltará gente que se afane en coger puertas, barandados, bancos o utensilios varios que a fin de cuentas para poco le va a servir, pero es como una fiebre que invade a aquellos que no se resisten a la tentación de coger cuantas más cosas mejor, aunque más tarde queden en un rincón. En la casa del tío torres en la plaza del Torrero, hemos podido ver como se han llevado las piedras del arco de la puerta y en su interior, los maderos de los forjados de las plantas han sido aserrados para llevárselos con el consiguiente peligro que representaba. Esto lo hemos podido comprobar por ser una de las pocas casas que quedan en pié, nos imaginamos lo que se haría en el resto antes de ser demolidas.
Santolea tenía un término municipal muy reducido, por lo que sus vecinos trabajaban tierras en Las Planas de Castellote, Bordón, Ladruñán, Las Cuevas de Cañart, Ejulve, Molinos o Castellote, pudiendo llegar a tardar en llegar a sus fincas, hasta tres horas, por caminos de herradura, lo que transportar los productos cultivados, representaba un auténtico sacrificio.
Posiblemente la causa de adjudicarle un término tan pobre, pudiera estar en haber sido la pionera en cuanto a los intentos de separación, por lo que excepto su huerta y la zona comprendida entre el Barranco de Dos Torres y la Cingla, junto al término de Ladruñán, que es donde se encontraban la mayor concentración de olivar y junto a ellos, la mejor zona de pastos con alguna plantación de viña. La parte izquierda desde el Barranco de Dos Torres hasta el límite del término de Castellote, eran tierras de difícil cultivo, en su mayoría nulo, con la excepción de algunas pequeñas fincas en la partida de Mercader, donde mediante las fuentes que abundaban en ella, permitía regar alguna de estas fincas, siempre de escasa consideración. El resto, terreno abrupto cuyo aprovechamiento era exclusivo para pastos de baja calidad y suministro de leña
La tierra mejor de que disponía era su huerta, que con su abundancia de agua, era la envidia de los pueblos vecinos. Sus acequias eran: la acequia Mayor, que como su nombre indica era la de mayor caudal. Su inicio estaba en el río Guadalope, aguas arriba del molino del Cantalar el azud de esta acequia fue construido por el tío Domingo el Dama y tan seguro estaba de su obra, que lo garantizó de por vida, algo que creo algún malestar con su esposa, la que con mucha energía de dijo” si no cambias la cláusula de la garantía nos divorciamos”. No se tienen noticias de que esto ocurriera. El importe que cobró por este trabajo fue de cien duros. Regaba parte del término de Ladruñán en las Vegas y a continuación el de Santolea y finalizaba en la balsa del Molino. Para hacer este recorrido, tenía que salvar dos obstáculos como eran los barrancos de Las Cuevas y el de Dos Torres; esto se hacía mediante un encajonado de madera, que aparte de perder bastante agua ofrecía poca seguridad y daba muchos quebraderos de cabeza, puesto que cuando había alguna crecida del barranco, motivada por alguna tormenta, se llevaba el encajonado y se quedaba sin agua el pueblo y por consiguiente sin servicio eléctrico, por lo que había que repararlo en el menor tiempo posible. A parte de dar riego a la huerta prestaba otros servicios A partir de los encajonados del barranco de Dos Torres Había distintos puntos que se utilizaba para fregar la vajilla o para subir agua, tenía el primer acceso por la costera del Rufas, de esto se beneficiaban los vecinos más próximos, principalmente los que vivían por la calle de la Solanilla y proximidades, luego llegaba al puntarrón del camino de Ladruñán y también había un espacio que servía para los mismos fines, un poco más adelante junto al abrevadero, era el punto donde se iba a buscar agua con las caballerías para el servicio de la casa, puesto que el muro de la acequia permitía colocar los cántaros con más facilidad. También lo aprovechaban para lavar y fregar y finalmente había otros dos sitios donde también se iba a lavar, pero que ya eran propiedad privada y a estos sitios sólo iban los dueños de los huertos o familiares. Eran el huerto del tío Jose María y el del Ballestero. Finalmente llegaba a la balsa del Molino, tras pasar por debajo de la casa del Cantarero. Junto al molino estaba el lavadero público. Esta casa fue construida sobre la acequia Mayor, en los años anteriores al pantano, por lo que ni siquiera llegó a terminarse las obras en su totalidad. El nombre de balsa del Molino lo tomaba por ser la energía que utilizaba el molino harinero. Esta acumulación de agua, facilitaba también el funcionamiento del molino de aceite, para el servicio del pueblo; cada vecino llevaba las olivas de su cosecha al molino y recogía su propio aceite que se calculaba para el consumo del año. También algunos forasteros, compraban las olivas necesarias y las molían, llevándose ya el aceite limpio. En los años finales de Santolea, se compro en Berge la maquinaria de un molino más moderno con lo que mejoró la obtención del aceite. También funcionaba con esta Balsa, el generador de luz para el servicio del pueblo, como la fábrica de mantas de Jerónimo Mata que se instaló y que daba trabajo a muchas familias.
La acequia del Planazo, tenía menor caudal de agua, pero su recorrido era mayor. Se iniciaba en el mismo río Guadalope, aguas arriba del barrio de La Aljecira, también regaba tierras de Ladruñan y tenía distribuido el caudal, de la siguiente forma: una parte para La Aljecira, tres partes, para un molino de harina que había y una parte para Santolea. Para salvar el barranco de Las Cuevas, en un principio se hizo con canales de madera, por lo que a esta partida, se le conoce como Las Canales. Posteriormente se construyó un acueducto de piedra de un solo arco, que permitía un aprovechamiento mejor y más seguro del agua. Aunque en un principio su recorrido sólo llegaba hasta los Gramenales, justo hasta la escalera del Gato. Posteriormente se alargaría su tramo y llegó hasta la Tejería, para lo que se construyó un nuevo acueducto, esta vez, en el barranco de Dos Torres. Esta prolongación permitió convertir en regadío El Balsar, las Solanillas y después de pasar el pueblo, los Campos y las Tejerías. Su paso por el pueblo permitió regar lo que fueron los Huertos familiares, como también el aprovechamiento de sus aguas para fregar la vajilla o recoger agua para los animales, al estar más cerca que la acequia Mayor y como rodeaba el pueblo, en la época desde la primavera hasta el otoño que era cuando bajaba agua por esta acequia, acortaba el camino entre el pueblo y la acequia Mayor, aunque nunca se utilizó el agua para el consumo de casa por bajar poca cantidad y se consideraba de más garantía la de la acequia Mayor. Se accedía a ella primero por la costera del Rufas, luego por la de la Herrería, la de la Capazas y finalmente por la del Pardo. En algunos huertos particulares también lo tenían preparado para poder fregar o lavar Con la construcción de la central eléctrica del Cantalar, se acortó el recorrido al recibir el agua del salto de la central, al mismo tiempo, no tenía que compartir el agua con nadie, lo que le convirtió en riego más seguro. No obstante, los vecinos de Santolea, continuaron acudiendo a limpiar la acequia en su primer tramo, para no perder los derechos antiguos.
Otra acequia aunque más corta, era la de los Valejos, que saliendo de la balsa del Molino llegaba a los Valejos y Las Torres después de salvar un tramo muy complicado en su recorrido al pasar por La Piedra del Puente. También a esta acequia acudían las mujeres a fregar la vajilla o lavar la ropa, pero solamente las que la tenían más cerca, que accedían por la costera de la Capazas o por la costera del Pardo.
Otras como la acequia de La Torre o la acequia de La Parada, desaparecieron al ser inundadas por las aguas del pantano.
La acequia de la Viñarruga, aunque de menor importancia regaba las huertas de la margen derecha del río, y su origen estaba frente al barranco Gómez en el mismo río Guadalope y llegaba hasta el barranco de las Cirgulleras y el Plantero.
Otra acequia que solo era de riego de invierno, era la de las Herrerías. Tenía su inicio en el barranco de Dos Torres, justo el pinar del mismo nombre, a poco de su inicio, se encontraba con la balsa de Los Palomares, seguía su curso y después de pasar por las Quebradas y las Heredades, llegaba a la balsa del Casal, para seguir su curso y regar los Olivares, nombre que se le daba a una partida en la que se concentraba la mayor extensión de olivos. Esta zona estaba repartida en pequeñas propiedades, pero todas ellas bien pobladas de olivos, dándose la circunstancia en varias ocasiones, que dentro de una finca, uno de estos olivos y siempre el mejor, pertenecía a otro propietario, que generalmente correspondía a familias más acomodadas, lo que nos hace pensar que estas adquisiciones estaban relacionadas con algún préstamo, bien en dinero o bien en especie que no se pudo devolver en su momento, lo que originó la pérdida de ese olivo, que en su día sirvió de aval a ese supuesto préstamo. Con algunos cauces auxiliares, regaba Las Hiladas, El Brazal, Las Herrerías y Val de Jimeno, terminando su recorrido en Las Lastras y Las Contiendas. Este riego como apuntábamos anteriormente, sólo era de invierno, que aprovechaba las aguas sobrantes de Dos Torres y que en esta época eran más abundantes, el resto del año, eran absorbidas por los riegos del pueblo y solamente en años de lluvias sobraba el agua que aprovechaban algunos campos de las Quebradas.
Las balsas de Los Palomares y El Casal, su función era recoger el agua durante la noche, puesto que el caudal que tenía era muy escaso. Con esta acumulación de agua, permitía regar durante el día. Tenía el inconveniente, que había que subir todos los días a cerrarlas por la tarde y abrirlas por la mañana, aunque en muchas ocasiones se solucionaba, pidiendo a algún vecino que pasara por allí a trabajar, hiciera este pequeño servicio de abrir y cerrar la balsa.
Finalmente hubo otra acequia, muy pobre de caudal de agua, como también fue pobre el espacio que regaba; era la acequia del Calvario, que saliendo del barranco de Dos Torres, tenía su inicio en las Quebradas y tenía de principio una balsa donde recoger el agua y poder regar el primer tramo, pasando por las Quebradas, La Mena, El Barranco Hondo hasta llegar Al Calvario, donde antes de entrar en el mismo, se hallaba otra balsa para poder regar el tramo final. En ocasiones el agua de esta acequia prestó buenos servicios al pueblo, como cuándo había un incendio, como ocurrió en la Guerra Civil, el día que quemaron la iglesia parroquial.
Sus construcciones
La arquitectura popular está realizada de modo espontáneo, sin contar con arquitectos y utilizando los materiales extraídos del propio entorno. En el caso de Santolea, vemos que la forma de construcción más generalizada es el tapial con revoco de cal aunque también podíamos ver algunas paredes de mampostería, utilizando cantos rodados y diverso material que en muchas ocasiones estaría próximo a las edificaciones; en cuanto la cal o yeso se empleó en muchos casos simplemente para unir las juntas del tapial, aunque generalmente las fachadas de las casas estaban revocadas con estos materiales. En muchas ocasiones los materiales constructivos dependen del medio geográfico y del potencial económico del dueño de la vivienda. Los sillares aparecen en casas más sólidas y bien construidas, aunque lo más frecuente es que se reserve para zócalos y embocaduras de vanos, que podíamos ver en varias puertas y la mayoría terminadas en arco, como también aparecían en algunas esquinas de las casas. El resto de las viviendas tanto puertas como ventanas el vano era adintelado con travesaños de madera y rematado con el mismo material empleado en el revoco de la fachada. En cuanto al zócalo predominaba el empleo de mampostería a doble cara, rellenado con cascotes el interior, de un metro de altura aproximadamente y sobre este zócalo se construía el tapial, lo que le permitía quedar protegido de la humedad
Para los forjados de las distintas plantas, se emplearon maderos de pino sin pulir, son pocas las casas que la madera de los techos esta trabajada como ocurría en la del tío Torres en la plaza del Torrero y pocas casas más. Este forjado de madera se ve complementado con bobedilla de yeso y cascotes, una capa de yeso endurecido servía de suelo a las distintas dependencias, aunque había algunas habitaciones de baldosa.
Estos techos se pintaban generalmente con cal, lo mismo que las paredes, dándole un poco de color en ocasiones con azulete, esta labor cumplían dos funciones, la del blanqueo y la de desinfectante, en cuanto a los maderos en ocasiones estaban pintados con arcilla de color, materia esta muy fácil de conseguir en los alrededores del pueblo. La cal se obtuvo en las múltiples caleras habidas por todo el termino y que podemos ver actualmente sus restos y que sin duda corresponde a momentos de gran actividad constructiva, entre la que se encontraría la construcción de la iglesia Estas caleras permitían por una parte la obtención de este material muy importante como hemos visto en las distintas construcciones y por la otra aprovechar la piedra caliza tan abundante, sin olvidar la limpieza de campos y montes de matas de rama baja, que era la materia prima para el funcionamiento y cocción de la piedra en las mismas.
En los últimos años de existencia del pueblo la cal se compraba en algún pueblo vecino donde esporádicamente se hacía alguna calera, como en Valdelabona, masía perteneciente al término de Castellote, pero ya su finalidad principal era el blanqueo de las casas La madera de pino también era fácil de adquirir en los montes comunales o fincas particulares. Parece ser que en una época en que se llevaron a cabo muchas construcciones, el alcalde que gobernaba el pueblo en aquel momento, dio facilidades para el corte de pinos del monte común y hubo una partida en la que desaparecieron todos y que le llamaban Las Rozas, junto a la Piedra del Puente. Hoy esta zona la vemos repoblada de pinos nuevamente después de muchos años.
La cubierta de las casas estaba también hechas de maderos y sobre ellos cañizo y barro para sentar la teja árabe. El cañizo era construido en el mismo pueblo utilizando los cañares existentes en los márgenes de las acequias, por lo que también resultaba un material fácil de adquirir y que siempre hubo artesanos que los fabricaban, incluso los excedentes se vendían a los pueblos del entorno En cuanto a la teja también se fabricaba en el mismo pueblo, donde había un horno en la Tejería y que seguramente dio nombre a esta partida y que la arcilla empleada para la fabricación de tejas o ladrillos abundaba por todas partes.
Este taller lo componía un pequeño cobijo o caseta donde el tejero guardaba sus herramientas, una pequeña era donde ponía a secar las piezas antes de llevarlas al horno, la balsa donde amasaba la arcilla y finalmente el horno donde las cocía Generalmente las tejerías solían estar cerca de las zonas de tierras arcillosas donde el transporte de la materia prima era más fácil. Cuando por necesidades para la construcción o reparación de algún edificio, se necesitaba tejas o ladrillos, se acordaba con el tejero la cantidad y parte del pago se hacía aportando leña para el funcionamiento del horno.
Las fachadas de las casas estaban rematadas por aleros de poca vistosidad, construidos con tablas de madera y en algunos casos simplemente con el cañizo utilizado en la propia cubrición de la casa. Había alguno de estos aleros revocado con cal o yeso, pero esto se daba en pocas ocasiones. En Santolea no había ningún alero como vemos en otros pueblos del Maestrazgo, que son auténticas obras de arte en madera, como tampoco había casonas de mucha vistosidad. Algunas se podían ver muestras de su poder económico, como la casa del Fusterico en la calle del Cristo, que tenía molino de aceite en casa y que mediante un cubierto atravesaba la calle de la Solanilla y tenía salida a una huerta llamada El Jardín, propiedad de la casa, o la del Torrero en la plaza de su nombre.
Había otras que aunque en apariencia tenían menor importancia, seguramente eran más antiguas y también se observaba su categoría. Podíamos enumerar, la primera a la entrada del pueblo de la familia de los Portoleses, la del tío Torres en la plaza del Torrero, la del tío Trompis en la calle del Cristo, que disponía además de los campos junto a la casa por su parte trasera, la de las Abogadas en la confluencia de la calle Mayor y la del Cristo, la del tío José el Juanes en la costera del Rufas la del abuelo Ballestero y la del Borrascas en la calle Mayor o la tía Casilda en la calle San Roque.
Los balcones eran generalmente de barrotes de hierro sin destacar en ninguno trabajos de forja dignos de mencionar. También había algunos con el antepecho de madera torneada o recortada, pero estos últimos no sobresalían de a línea de la fachada, solamente, el de la casa del abuelo Ballestero en la calle Mayor y el tío Rito en las Cuatro Esquinas, tenía su solera y salía de la fachada de la casa y eran de madera. El del abuelo Ballestero estaba en el piso más alto.
Las puertas de las casas la mayoría eran de dos hojas divididas horizontalmente, lo que permitía dejar la contrapuerta u hoja superior abierta durante el día, facilitando la ventilación, mientras que la hoja inferior era de más fácil manejo y permitía un menor deterioro de sus goznes. En esta se situaba la gatera que sirve de elemento de ventilación permanente del patio, además que facilitaba la libertad de movimientos del gato.
En algunos casos también había la puerta única que ocupaba todo el vano y en la que se habría una más pequeña. Unas y otras estaban provistas de llamadores representando diversos motivos. La clavazón estaba hecha con clavos de cabeza gruesa que servían al mismo tiempo de decoración, teniendo distintas formas y dependiendo del gusto o el poder económico del propietario. La puerta que presentaba el mejor trabajo en madera de todo el pueblo, era la de la cochera del tío Ronzano en la plaza del Torrero y que servía de referencia a los fotógrafos como fondo de sus trabajos y que vemos en muchas fotografías antiguas. En cuanto a las puertas de mayores dimensiones divididas en dos hojas verticales, correspondían a la casa de José Borraz en la calle Mayor y Tomás Eixarch en la calle San Roque, ambas cumplieron la función de Posada, la segunda tenía una entrada amplia por la costera de la Quebrada junto a la Herrería, y estaban preparadas para entrar carros. Es la única que siguió haciendo el servicio de posada hasta la desaparición del pueblo, siendo los últimos vecinos que lo abandonaron, y la tercera de estas puertas era la de la Obra Nueva, donde el tío Juanetes guardaba los carros y que seguramente se construyó en época más tardía por lo que seguramente fue el motivo de este nombre de Obra Nueva. El nombre del propietario en el momento de la expropiación era de Pedro Matas Felius, con el número167 en el plano del pueblo y que corresponde a la casa de los Torreros, por lo que sería esta familia los propietarios y constructores de este edificio, en el que se ve un fuerte poder económico si observamos sus dimensiones.
La distribución de la vivienda era parecida en la mayoría, solamente diferenciada por la amplitud mayor o menor de unas y otras. El zaguán conocido generalmente como la entrada, daba paso a la cuadra de las caballerías, solía estar empedrado el suelo con cantos rodados formando dibujos y en esta dependencia se guardaban los aperos de labranza y bastes o aparejos diversos propios de las faenas del campo, al mismo tiempo que servía de almacén de los productos destinados a la alimentación de los distintos animales. En un rincón estaba la pajera, donde se guardaba la paja para las caballerías. También había en muchas de estas entradas aprovechando un espacio libre, la prensa del vino, lo que nos demuestra que hubo momentos de gran auge en el cultivo de este producto. En los últimos años de existencia del pueblo, quedó reducido a tres prensas, la del tío Zarpas para uso particular, la de la tía Antonina y la del tío Calejonero en la casa que fue del tío Dama. Estas elaboraban el vino de los cosecheros que querían acudir a ellas, mediante el pago que se hacía en especie
Desde la entrada se accedía a la bodega, que en algunos casos estaba excavada en el sótano y en otras ocasiones era solamente una dependencia más en los bajos de la casa, también solía haber un cuarto que servía de despensa y en el que se guardaban todas las provisiones, desde los jamones, las ollas de la conserva y las tinajas del aceite para el consumo del año. En este cuarto y pensando que pudiera romperse una de estas tinajas, había en el suelo una enterrada en el centro que le llamaban la madre, que en caso de rotura recogía todo el aceite.
Partiendo de la entrada, por una escalera se accedía al primer piso donde estaba la cocina y desde allí había algunas casas que mediante una ventana, permitía vigilar el estado de las caballerías en la cuadra, al mismo tiempo que se podía ver la puerta de la entrada de la casa. (La de Sebastián Gil en la calle San Roque). El núcleo vital de la casa fue tradicionalmente la cocina que también cumplía las funciones de comedor, donde transcurrían las largas veladas de invierno, lo mismo los miembros de la casa, como el de algunos familiares o vecinos, que se reunían para pasar la velada junto al fuego. “No había llegado todavía el invento de la televisión”
Un punto de reunión, era también en el mismo zaguán en épocas de recolección de maíz, donde se juntaban por la noche vecinos y conocidos a pasar la velada ayudando al dueño a la labor de esparallofar o lo que es lo mismo quitar las hojas a las mazorcas, mientras se gastaban bromas, entre ellas estaba la de echar un trago de vino cuando salía una mazorca roja, que cuando se esparallofaba maíz amarillo, salían pocas y si había alguna se ocultaba y de vez en cuando la sacaban gritando, ha salido la roya, lo que daba paso a un nuevo trago que hacían más agradable el rato.
La cocina estaba compuesta por el hogar de campana y en el mismo hogar solía haber una plancha de hierro sobre arena que hacía de aislante, sobre la que se hacía el fuego, completando el espacio con baldosas y protegiendo la pared, otra plancha también de hierro fundido, en este caso con motivos decorativos. Un clavo colocado en la pared del hogar del que pendía una cadena, servía para colgar el caldero para los distintos usos y necesidades, desde preparar la comida, calentar agua o cocer la comida de los animales. Alguna repisa sobre la pared, permitía tener al alcance de la mano la sal o algún otro elemento necesario para cocinar. Entre los utensilios de la cocina estaban las tenazas, el fuelle, los hierros para apoyo de los pucheros y las estrudes en distintos formatos dependiendo la función que tenían que desempeñar, y que se guardaban junto al hogar en un clavo puesto en la pared donde se colgaban.
Especial interés tiene el mobiliario de la cocina, la cadirera o banco corrido con amplio respaldo con mesita abatible o fija situado a ambos lados del hogar que permite descansar junto al fuego, el armario aparador de madera u obra, era un auténtico escaparate de la economía familiar, en cuanto en él tiene su ordenado acomodo todo el menaje de cocina.
Próximo a este mueble suele estar el cantarero, pieza de obra y madera donde se guardaban los cántaros de agua. También era muy corriente tener en un rincón de la cocina y siempre aprovechando que no molestara, una tinaja para el almacenamiento de agua para los distintos usos y que se transportaba a carga desde la acequia Mayor con una caballería a la que se colocaban los argados, utensilio éste hecho de esparto con cuatro o seis compartimentos donde se colocaban otros tantos cántaros para transportar el agua.
El cenicero, donde se almacenaba la ceniza, también estaba cerca del hogar. Esta ceniza se empleaba mayoritariamente para hacer la colada, que consistía en depositar dentro de un cocio (recipiente de cerámica con un orificio en su parte inferior para la salida del agua) la ropa para lavar, colocándola en capas intercaladas de ceniza y ropa, a la que se le añadía agua hirviendo, con lo que esta mezcla se convertía en lejía que limpiaba la ropa. Era costumbre cuando se hacía la colada hacer patatas asadas, aprovechando el fuego que había que mantener para calentar el agua.
También podíamos ver en algunas cocinas un pequeño armario generalmente sobre el cantarero, que era el armario de las sartenes y junto al mismo el candilero o lugar en el que se colgaban los candiles, elemento para el alumbrado de la casa y que se alimentaba de aceite de oliva y mecha (torcida) de algodón que era la que se mantenía encendida y alumbraba en momentos puntuales, o cuartos en los que no había instalación eléctrica. Hasta 1918 que se instaló la luz eléctrica, éste era el medio más limpio de alumbrarse; el otro era el tedero que generaba mucho humo.
En algunas cocinas y en un pequeño cuarto contiguo, estaba el masador o amasador, donde estaba la artesa, depósito hecho de madera donde se preparaba la masa para llevarla al horno del público y que al mismo tiempo servía de almacén para el pan una vez elaborado. En algunas casas solía haber en esta dependencia el torno de cerner la harina. En el mismo piso había alguna sala con alcobas, cerradas simplemente con una cortina, en las que podíamos encontrar las arcas donde se guardaba la ropa, generalmente el ajuar aportado por la novia.
También había en algunas casas en la segunda planta, un hogar más rústico que se utilizaba solamente para la matanza del cerdo o para cuando se hacía jabón.
El blanqueado de la casa se solía hacer para las fiestas patronales o con motivo de algún acontecimiento especial y en muchas ocasiones se le encargaba este trabajo a blanqueadores profesionales. El tío Joaquín de Castellote, que con una caña y una brocha atada al extremo de la misma, alcanzaba a todos los rincones sin necesidad de escalera. Aunque el blanqueado se hacía con cal, en ocasiones se mezclaba con azulete para darle algún tono sobre todo los zócalos.
La tabiquería para la división de las distintas dependencias, estaba hecha de adobe o ladrillo, aunque en muchos casos se hacía de cañizos con revoco de yeso.
La segunda planta, por lo general disponía de grandes espacios abiertos y que cumplías distintas funciones, desde el almacenamiento de cereales, a dejar a secar panochas de maíz, cebollas y otros productos del campo guardados para el invierno. Aquí también podemos ver alguna de estas arcas, que su finalidad principal era guardar las ropas como mantas o talegas para el uso de las distintas labores del capo o almacén de granos. Incluso había algunas de mayor tamaño donde se guardaba la miel. En este piso había alguna habitación en la podíamos ver que sus paredes estaban revocada de yeso con agujeros en la pared y que su función fue la cría del gusano de seda.
La tercera planta era la falsa, donde se almacenaban todos aquellos objetos que en otro momento fueron de utilidad y que quedaron apartados, como también los utensilios empleados en la matanza del cerdo. Esta dependencia también se empleaba como secadero de los productos de la matanza y en muchas ocasiones se colocaban cañizos para este fin al mismo tiempo que servía para el secado de frutas o verduras, que permitían guardarse para el consumo invernal. Unos clavos puestos en los maderos permitían tener colgados los embutidos de la matanza, como también manzanas colgadas o racimos de uva
Además de las construcciones de las viviendas, había otras, como eran los corrales y pajares y las eras, separadas del núcleo de la población. Los corrales y pajares solían formar parte de la misma edificación, en los que la planta baja era el corral y el piso el pajar. En el pajar se almacenaban toda clase de forrajes y paja para el alimento del ganado. El corral donde se ubicaba el ganado, en muchos casos disponía del raso o parte sin cubrir que facilitaba mejor ventilación y al mismo tiempo servía de almacén de leñas Aquí la construcción era completamente de tapial, empleando solamente cal o yeso para el rejuntado, cubriendo de barda, que eran ramas de arbustos generalmente enebro o sabina, que por su abundante hoja ofrecía más protección, colocada sobre la tapia y cubierta ésta de tierra. Este conjunto servía de protección en invierno a los gorriones, donde se cobijaban por las noches.