La partida de Mercader era una zona alejada del pueblo a una hora de camino, junto al límite del término de Castellote. Aprovechando las distintas fuentes que había, se cultivaban algunos pequeños campos que se regaban con las mismas, siempre mediante balsas que permitían recoger el agua para regar cuando estas estaban llenas, ya que el caudal de estas fuentes eran pequeño.

Para llegar hasta esta partida desde Santolea, se hacía por un camino de herradura y que llegado a un punto se dividía en dos, uno que te llevaba a la parte alta y el otro a los Mercaderes bajos. Hoy hay una pista de servicio, que te permite llegar con más comodidad, pero siempre andando, puesto que a la entrada de la misma hay colocada una cadena, que sólo permite el paso para vehículos autorizados.

Esta zona como otras que hemos visto, se utilizaba para el descanso de los ganados, puesto que esta próxima a una de aquellas veredas y tenía el beneficio del agua que le permitía ser un lugar ideal para descansar a la sombra de aquellas montañas de piedra, que les servían de protección.

En un espacio tan reducido como era la zona de Mercader, podemos encontrar nueve corrales de ganado o cuevas, nombre que se le daba en ocasiones, puesto que la cueva que formaba la piedra, en muchos casos hacía de techo o protección. Podríamos mencionar los siguientes corrales o cuevas:La Cueva Atravesada, Cuevas de Ramoneto, aquí había dos, Corral de la tía Torrera, Cueva del tío Ballestero, Corral sobre La Cima, Cueva de los Latoneros, Corral del tío Francho y Corral de Mosca.

En este rincón estaba la fuente de la Pata de Toro y cuentan, que en el sitio donde nacía el agua había una hendidura como si fuera la pisada de un toro. Hoy en el estado en que se encuentra, lleno de hierbas y matas, no se ve ni donde nace el agua.

El agua de esta fuente era una de las que se aprovechaba para el riego y junto al nacimiento de la misma, estaba la balsa donde se almacenaba, para poder regar cuando estaba llena.

Antes de llegar al rincón de la fuente, estaba esta cueva o corral del abuelo Ballestero, que aún la podemos ver hoy.

Esta caseta que pertenecía a Francisco Gargallo, el tío Patito, es de lo mejor conservado que queda, aunque si no se repara, pronto seguirá el mismo camino que las demás. Un armario donde guardaba sus cosas, vemos que alguien lo sigue utilizando.

El tío Francisco se pasaba todo el verano en esta caseta, cuidando sus ovejas que las tenía en el corral de arriba que hay sobre la Cima y sus campos de cultivo, su hijo Ricardo iba y venía cada día al Santolea con su madre, llevando o trayendo lo necesario, al mismo tiempo que atendía sus otras propiedades.